Miedo.
Esa es la palabra que describe perfectamente lo que sentí cuando empecé a leer
aquella noche lo que la ex novia de mi mejor amigo me comentaba.
Ella siempre hablaba de sus sueños, de
cómo los controlaba y cómo podía meterse en nuestros pensamientos. Pero esa
noche… esa noche yo empecé a creer que estaba metida en cosas que no debía y
que la solución era alejarme.
Me habló de una pesadilla, en la cual
me veía en un círculo, desnuda y que yo sería sacrificada para honrar a la
Diosa. La tildé de loca. ¿Acaso había visto ella demasiadas películas como para
llegar a pensar eso? Luego lo entendí todo.
Me decía que rezara unas cosas, que
meditara y que intentara ponerme protecciones, porque querían hacerme daño.
Pasaron unos meses y yo fui a su ciudad, la conocí y me habló muy poco de la
religión. Era como si ocultase algo.
Incluso, hubo un momento en el cual
tuve muchos problemas y ella me decía que quería enviarle cosas negativas a
quien me estaba haciendo daño. Ese fue el toque que necesitaba para salir
huyendo. ¿Cómo podía una wiccana pensar en hacerle daño a otra persona?
Recuerdo que cuando me alejé se lo
comuniqué a mi mejor amigo y me dijo que ella le había confesado que quería
salirse de todo esto pero que no la dejaban, que obtendría un castigo si lo
hacía. Sí, estaba en cosas malas, definitivamente, y ese no era el camino que
yo quería tomar.
Así que empecé a investigar, practicar
y celebrar por mí misma, consultando con algunos contactos por internet y
haciendo amigos interesados en lo mismo que yo. Hasta que hallé al grupo
perfecto y eso se los contaré muy pronto.
Que los Dioses iluminen su camino.
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